Un sueño y un adiós.
Hace tiempo no oigo tu voz, no siento tu
cuerpo, tus manos, tus besos. No te tengo en absoluto, y en la distancia, mi corazón todavía se
acelera al pensarte, tu recuerdo no se aparta de mi mente, y el sueño que una
vez compartimos, espera en el fondo del placard, como si alguna vez fuésemos a
vestirlo.
Se ha
empolvado, yace triste, arrugado, inservible. No es más que una mísera parte de
lo que fuimos, de lo que pudimos ser. Hoy no somos nada, como si todo hubiese sido
un producto de mi imaginación, como si todo lo que compartimos resultara
inexistente, insignificante, tanto así como que al verte ya no te conozco, no
rescato nada de lo que conocí, y sigo enamorada, pero esta vez solo de ese
sueño en el placard.
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