Observemos la realidad.
No es eterno mi pesar, pero tampoco lo es la dicha. Son
frías las mañanas acompañadas por las nostalgia de lo que alguna vez fue.
Quisiera que el sol saliese y así poder calmar la
angustia, que el rocío brille a la luz de la incipiente estrella y se
desvanezca en un breve suspiro. ¿Dónde ha quedado mi futuro? ¿En qué momento
arruiné mi presente?
Cuando lo único que encuentro es desconcierto, me siento derrotada.
Cuando lo único que tengo es esta carta insulsa, me acuerdo de ti.
Memorias paganas, risas y llanto, tanto odio y amor enfrentado.
Ya no quiero esto, no lo necesito, hay más de lo que uno imagina fuera de estas
cuatro paredes, y está esperando por mí.
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